viernes, 3 de diciembre de 2010

mi ciudad

Entonces andaré por mi ciudad y entraré en el hotel
o del hotel saldré a la zona de los retretes rezumantes de orín y excremento,
o contigo estaré, amor mío, porque contigo yo he bajado alguna vez a mi ciudad
y en un tranvía espeso de ajenos pasajeros sin figura he comprendido
que la abominación se aproximaba, que iba a ocurrir el Perro, y he querido
tenerte contra mí, guardarte del espanto,
pero nos separaban tantos cuerpos, y cuando te obligaban a bajar entre un confuso movimiento
no he podido seguirte, he luchado con la goma insidiosa de solapas y caras,
con un guarda impasible y la velocidad y campanillas,
hasta arrancarme en una esquina y saltar y estar solo en una plaza del crepúsculo
y saber que gritabas y gritabas perdida en mi ciudad, tan cerca e inhallable,
para siempre perdida en mi ciudad y eso era el Perro, era la cita,
inapelablemente era la cita, separados por siempre en mi ciudad donde
no habría ni hoteles para ti ni ascensores ni duchas, un horror de estar sola mientras alguien
se acercaría sin hablar para apoyarte un dedo pálido en la boca.



 de "62/ modelo para armar",

(el vicio favorito de la casa o las putas palabras que te encuentran cuando no te acordás qué carajo estabas buscando)

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