miércoles, 13 de mayo de 2009

un cachito de El diablo de la botella (The Bottle Imp)

«¡Qué negligente he sido, Dios mío!», pensó. «¡Qué débil! Es él, y no yo, quien se enfrenta con la condenación eterna; la maldición recayó sobre su alma y no sobre la mía. Su preocupación por mi bien y su amor por una criatura tan poco digna y tan incapaz de ayudarle son las causas de que ahora vea tan cerca de sí las llamas del infierno y hasta huela el humo mientras yace ahí fuera, iluminado por la luna y azotado por el viento. ¿Soy tan torpe que hasta ahora nunca se me ha ocurrido considerar cuál es mi deber, o quizá viéndolo he preferido ignorarlo? Pero ahora, por fin, alzo mi alma en manos de mi afecto; ahora digo adiós a la blanca escalinata del paraíso y a los rostros de mis amigos que están allí esperando. ¡Amor por amor y que el mío sea capaz de igualar al de Keawe! ¡Alma por alma y que la mía perezca! »

Robert Louis Stevenson, 1893


(Este es el cuento que leí más veces en mi vida. Hace unos días lo recordé porque una amiga compró una estafa similar al "diablo de la botella" por internet -claro que con consecuencias bastante menos terribles.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uh,como es una estafa similar..?da miedo de pensarlo...